sábado, 18 de agosto de 2018

En la Cabaña



Día 1

En la cabaña con los Tres
   - la mujer negra anticipada en su infancia
   - Elousía o Papá o Yo soy el que Soy

Con Jesús en el muelle (de día)
   - le devuelve la carta que había roto

Con Papá en la cocina
   - primer cuestionamiento: el abandono de Dios
   - el dolor ciega
  -  la compasión del Padre
   - la importancia de la relación

Con Papá afuera
   - la comparación con el pájaro: creados para volar y para ser amados…

La cena con los Tres
   - el conocimiento de Dios y la condescendencia

Con Jesús en el muelle (de noche)
   - la obra de Dios
   - la importancia de la relación

Sólo en su habitación: la pesadilla con Missy

Día 2

Desayuno con Papá
   - la ira de Dios… el pecado es su propio castigo
   - de nuevo el cuestionamiento: Dios no evita el mal
   - el problema: no creer en la Bondad de Dios aún cuando no comprendamos
     …y trabaja para nuestro bien en medio del caos…

Con Sarayu en el jardín
   - le permiten irse pero le invitan a quedarse
   - Dios no justifica el mal: lo redime
   - cómo juzgamos los humanos: ser como dioses
   - el jardín símbolo del alma

Solo en el bote

Con Jesús sobre las aguas y luego en la orilla
   - concentrarse en Jesús y no en sus recuerdos dolorosos
   - evangelio y religión


miércoles, 15 de agosto de 2018

Dios y el problema del mal en el mundo


            El problema más agudo que nos suelen presentar las personas que no creen –y también algunos creyentes– es: “Si Dios es tan bueno ¿por qué permite que pasen tantas cosas malas?”.
            La respuesta que nos da la Palabra de Dios es muy clara al respecto, y la podríamos sintetizar en las siguientes afirmaciones:
1. Dios no quiere ni causa el mal (ver Génesis 6, 5; Job 34, 10-12; Santiago 1, 12-18; Catecismo 214-221 y 309-311).
2. Dios crea un mundo ordenado y bueno (ver Génesis 1-2; Catecismo 299 y 374-379).
3. Dios crea al hombre realmente libre. Y esto es bueno (ver Deuteronomio 30, 15-20; Eclesiástico 15, 11-20; Catecismo 306-308 y 1730-1742).
4. Dios quiere que el hombre haga fructificar su libertad para el amor y la comunión (ver Mateo 5 al 7; Catecismo 1822-1829).
5. Cuando el hombre dirige su libertad hacia el mal:
5.1. Dios no anula la verdadera libertad que otorgó al hombre. Y esto es bueno.
5.2. Dios sabe sacar bienes de estos males que el hombre causa. Y esto es bueno (ver Romanos 8, 28... ¡Y la Pasión y Resurrección de Jesús!; Catecismo 312-314).
6. Solamente corre el riesgo de un mal definitivo –la condenación eterna–, quien se haya dedicado a perseverar en hacer el mal (ver Mt 7, 13-14; Catecismo 1033-1037).
7. Porque Dios nos asegura un final de felicidad eterna para quien haya optado por el bien (ver Mateo 25, 31-46; 1023-1029 y 1042-1050).

Hago notar que en estas 7 afirmaciones sintéticas evito usar expresiones que incluyan el verbo “permitir”, como (por ejemplo) “Dios permite el mal”. La razón para evitar hablar así es que la noción de “permisión” puede dar lugar a malas interpretaciones. Pues, en la vida cotidiana, si alguien permite algo que está mal, no es inocente (sobre todo, si quien lo permite es la autoridad).
 Por eso, prefiero utilizar expresiones completamente positivas, para mostrar que Dios no tiene nada que ver con el origen del mal (ni en el pasado, ni en el presente), sino que el mal lo causamos las creaturas, abusando de una libertad que Dios nos dió para cultivar el amor y la comunión. Y, lo que Dios hace cuando las creaturas obramos el mal, es corregirlo para que el mal no tenga nunca la última palabra.
Y el ejemplo más contundente es lo que pasó en la Pasión de su Hijo: Dios no anuló la libertad perversa de Judas, Pilato o Caifás, sino que ellos realmente lograron matar a Su Hijo. Pero Dios con su Sabiduría, Amor y Poder infinitos no dejó las cosas así, pues “del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención.” (Catecismo 312).

Por eso, si uno quiere resumir al mínimo la respuesta de la Palabra de Dios al problema de la existencia del mal, ese resumen es:
DIOS NUNCA DEJA QUE EL MAL TENGA LA ÚLTIMA PALABRA.
Eso es lo que se muestra en la Pasión de Jesús, y ese es, también, el mensaje final del Apocalipsis.

Nota: Respecto de “Si Dios pone a prueba al hombre” en particular –algo que la gente pregunta a menudo– se puede indagar el tema diciendo: ¿para qué Dios necesitaría probarnos? ¿Para saber cómo reaccionaríamos? Por supuesto que no, pues Él sabe todo.
¿Para que lo sepamos nosotros? Sería muy cruel, si hiciera o permitiera ciertos sucesos para informarnos de nuestra precariedad.
Creo que al respecto podemos decir lo siguiente: a veces, Dios puede permitir e incluso ponernos en situaciones difíciles, para que crezcamos. También lo hacemos los padres humanos, para que nuestros hijos se desarrollen: si yo le hago la cama al nene siempre, va a tener 25 años y no sabrá hacerla. Es cierto que a los 5 años le costará hacerla mucho más que a mí, pero hacerla le ayuda a crecer. Dios hace algo parecido, porque las virtudes crecen ejerciéndolas, y no sólo meditando sobre ellas o pidiéndolas al Señor. Si no sería como aquel que oraba diciendo: “Señor dame paciencia... ¡pero dámela ya!”.



“El Dios sim-pático [= que padece con el hombre], revelado en Jesucristo, es la respuesta definiti­va a la cuestión de la teodicea, donde fracasan el teísmo y el ateísmo. Si Dios mismo padece, el sufrimiento no es una objeción contra Dios. Si Dios padece, ello no significa que Dios sea la divinización del sufri­miento. Dios no diviniza el sufrimiento, sino que lo redime. Pues el sufrimiento de Dios, que nace de la voluntariedad del amor, triunfa de la fatalidad del sufrimiento que nos viene de fuera, extraño e incomprensible. Así la omnipotencia del amor de Dios supera la impotencia del sufrimiento. No es que el sufrimiento quede abolido, sino que es transformado desde dentro... transformado en esperanza. La última palabra no son ya la kenosis y el sufrimiento, sino la exaltación y la transfiguración. La cristología de la kenosis transcien­de de ese modo en una cristología pascual de la exaltación y transfigu ración. Está estrechamente relacionada con la pneumatología. La transformación y transfiguración escatológica del mundo es en efecto, según la Biblia, obra del Espíritu de Dios. Por ser, según la tradición teológica, la conciliación de la diferencia entre el amante y el amado, entre el Padre y el Hijo, el Espíritu es también el poder de transfigura­ción del mundo.”
                                                                         (W. Kasper, El Dios de Jesucristo, Salamanca, 1985; p.228s.)


Para ver "La Cabaña" online

En el siguiente enlace podrás ver la película completa online, en español latino:
PELICULA LA CABAÑA ONLINE