viernes, 12 de octubre de 2018

El “Padre nuestro” en el CCE - Esquema del segundo encuentro



 Introducción

Artículo 1 "RESUMEN DE TODO EL EVANGELIO"

I Corazón de las Sagradas Escrituras
            - confluyen los salmos y resume todo lo bueno que podemos pedir
            - Evangelio, Sermón de la montaña, Padre nuestro
            - Espíritu Santo

II "La oración del Señor"
Hijo-Maestro; hombre-modelo
En la dinámica de la Trinidad…

III Oración de la Iglesia
            Iglesia,
Liturgia,
Liturgia de las Horas,
Bautismo y Confirmación
Eucaristía
ya pero todavía no


 Artículo 2 "PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO"

I Acercarse a Él con toda confianza
            Audacia filial
            parrhesía

II "¡Padre!"
            Humildad
            Purificación del corazón
            Revelación como gracia
            En comunión…
            Por su adopción
            Revelados a nosotros mismos
            Compromiso de vida nueva
                        Deseo y voluntad de asemejarnos a Él
                        Corazón humilde y confiado


Un “Dios-Papá” (primer encuentro)



1. “Abbá”.

            Jesús –el Hijo de Dios que vino al mundo– nos trajo una palabra nueva e inaudita para invocar a Dios: la palabra “Abbá”, es decir, “Papá”.
En el idioma arameo que Jesús hablaba, la palabra “Abbá” tenía su origen en el lenguaje de los niños más pequeños. Los primeros balbuceos de un niño eran “abbá” e “immá”, es decir, “papá” y “mamá”.
            Este modo de invocar a Dios no se encuentra en ninguna parte antes de la llegada de Jesús. Ni siquiera se encuentra en el Antiguo Testamento, en el cual Dios comienza a revelarse a la humanidad. Porque para la religiosidad judía era una falta de respeto inaceptable dirigirse a Dios con una palabra tan sencilla e infantil. Por eso, usar la palabra “Abbá” para invocar y designar a Dios, es una novedad absoluta que nos trajo el Hijo de Dios. Profundicemos, entonces, un poco más en lo que esta palabra significa.


2. El Papá y su Hijo.

En primer lugar, este modo de dirigirse a Dios como “Abbá”, nos revela la relación única que Jesús mismo tiene con su Padre:

“Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana».” (Mt 11, 25-30).

Jesús tiene el conocimiento pleno del Padre y nos lo revela a nosotros... si somos “pequeños”. Y, porque Jesús es el Hijo, puede también prometernos una alegría profunda que nos permita