1. La era sub-apostólica en el Nuevo Testamento.
Llamamos “época apostólica” al segundo tercio del siglo I dado que, hacia el
año 67, los tres apóstoles de los que tenemos un conocimiento detallado en el Nuevo
Testamento -Pedro, Pablo y Santiago “el hermano del Señor- habían desaparecido
de la escena. Santiago, hijo de Zebedeo, ya había sido martirizado al principio
de los años 40, y de los demás apóstoles casi lo único que tenemos son sus
nombres.
Al último tercio del siglo I lo
llamamos “época sub-apóstolica”,
pues vive a la sombra de los grandes apóstoles de la época anterior, siendo la
fidelidad a la memoria de estos grandes apóstoles su característica dominante.
La mayor parte del Nuevo Testamento fue puesta por escrito en este período.
A finales del siglo I y principios
del siglo II tenemos la “época
post-apostólica” donde ya aparecen escritos cristianos puestos bajo el
propio nombre de su autor: las cartas de Ignacio, la carta de Clemente. Esta
“tercera generación” ya no había tenido contacto directo con los apóstoles.
En las siguientes secciones se
estudiarán las iglesias detectables en el Nuevo Testamento, a
través de los escritos sub-apóstolicos canónicos, tratando de determinar qué respuesta se dio en cada caso al problema de la continuidad eclesial ante la desaparición física de los grandes apóstoles.
través de los escritos sub-apóstolicos canónicos, tratando de determinar qué respuesta se dio en cada caso al problema de la continuidad eclesial ante la desaparición física de los grandes apóstoles.
2. Las Cartas Pastorales y la importancia de la
estructura eclesial.
- Dificultades:
la desaparición física del apóstol y la aparición de falsos doctores.
- Cambio de
eje: de la actividad misionera al cuidado
pastoral de los ya evangelizados.
- Respuesta
a las dificultades: lograr una sólida
estructura eclesial (epíscopos, presbíteros, diáconos).
- Funciones
de los pastores:
1) ser los maestros oficiales, aferrándose a la doctrina recibida y
rechazando cualquier enseñanza innovadora.
2) puesto que la iglesia es la “casa de Dios”, los pastores deben ser como los
padres, administrando la casa, dando ejemplo y procurando disciplina.
- Virtudes
de los pastores:
- se les exige virtudes de tipo institucional (prudencia, sobriedad,
respetabilidad) que garanticen una benéfica gestión al frente de su comunidad.
Se supone la estabilidad del pastor en un lugar, y una gestión prolongada.
- si bien se aprecian los dones
carismáticos, se está dispuesto a sacrificarlos por otras cualidades más
comunes que garanticen la armonía de la comunidad.
- Fundamento
de la disciplina eclesial:
1) Si la iglesia constituye una
sociedad, las reglamentaciones
-constitutivas o no- son un desarrollo natural, propio de la naturaleza de la
Iglesia.
2) Se puede cuestionar la sabiduría
de los requisitos que cada iglesia ha establecido para sus pastores, pero el derecho
de establecer dichos requisitos parece suponerse desde el principio.
Los tres
elementos fundamentales de las Pastorales (aspectos positivos y negativos).
1) Estructura institucional sólidamente
establecida, para preservar la tradición apostólica.
- función principal de los sucesores
de los apóstoles: conservar la sana doctrina.
- no hay lugar para nuevas ideas.
- los creyentes deben someterse a
las autoridades, tanto religiosas como civiles.
- suma
importancia de la sucesión apostólica, en el plano institucional.
- el mayor
peligro: que este control oficial -que fue introducido en un momento de crisis-
llegue a considerarse el modo de vida permanente o “normal” en la Iglesia.
- otro peligro:
el temor a nuevas ideas obstruye el crecimiento constructivo, el diálogo, la
inculturación. En realidad, a veces el mayor peligro es la no existencia de
ideas.
2) Las cualidades
pastorales que se recomiendan son
más administrativas que evangelizadoras
- se privilegian
virtudes como la prudencia, la sobriedad, el equilibrio.
- la finalidad es
una administración benevolente, eficiente y prolongada.
- estamos
bastante lejos del dinamismo y de la agresividad evangelizadora de Pablo.
- de nuevo, el
peligro es considerar como un estado eclesial ideal lo que fue una respuesta a
un momento de crisis.
3) Visión dualista de la
falsedad y la verdad.
- el clima de
controversia tiende a anular los matices y a favorecer polarizaciones.
- no se deja
lugar al pluralismo (que no sólo es bueno, sino inevitable).
- fuerte
distinción entre los dirigentes que enseñan, y los demás que callan y aprenden.
- se favorece una
estructura verticalista, sin participación de los inferiores.
Conclusión: aún señalando estos
aspectos negativos, las pastorales muestran un enorme acierto al insistir en
una administración firme por parte de maestros oficiales. Si esta propuesta ha
tendido a dominar la historia de la Iglesia es precisamente porque funciona
bien. Las comunidades que han ignorado este hecho, generalmente han tenido una
vida corta.
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